Cuando el desierto canta
Lectura del cuento en braille
La Biblioteca de la Casa de la Cultura de Cancún, hace una atenta invitación a los peques y público en general, y en especial a niños, jóvenes y adultos invidentes para asistir a la hora del cuento dirigido a niños de 5 a 12 años de edad el jueves 28 de enero a las 5 de la tarde con el cuento “Cuanto el desierto canta”, libro del sistema braille, de la autoría de Liliana Santirso.
Como ya es costumbre, la bibliotecaria, señora Isabel Flota Medrano acompañada de Jerónima López Gómez nos adelanta que “esa tarde el grupo había abandonado la idea de seguir cazando. A veces así pasaba y lo conveniente era esperar al otro día. Pero no podían hacerlo sin agua. La búsqueda fue intensa y el resultado negativa. El desierto ocultaba celosamente sus pozos”.
“El frío de la noche comenzaba a enchinar la piel de los cazadores. Ur, con sus nueve años, era el más pequeño de la partida. Ese día no había sido muy bueno en cantidad de presas: sólo tres gacelas y una liebre peluda. Seguramente esa semana la comida iba a tener que complementarse con frutas que juntarán las mujeres”.
“Cuando el frío se estaba haciendo insoportable, el jefe de la expedición ordenó detenerse. En el desierto las noches son heladas y los días tórridos, pero como Ur había nacido allí, la situación le resultaba normal y previsible. Un calor repentino le dijo que el fuego nocturno ya estaba ardiendo como todas las noches en que la piel se quejaba del solo contacto con el aire. Era le momento del descanso”.
“Al día siguiente debería regresar al campamento. Sin provisión de agua era imposible seguir. Después de comer su trozo de carne y las nueces que su madre le había puesto en la mano antes de salir, Ur se acomodó lo mejor que pudo. Apoyó la cabeza en una piedra bastante redondeada, se arrebujó en su mantón y esperó la llegada del sueño”.
“Sin darse cuenta, dejaba deslizar entre los dedos la arena suave que le servía de cama. Soñaba despierto con la piel de esa liebre que había cazado su hermano mayor. Era tan peluda y se antojaba tan abrigada. La caza era mucho más emocionante que la recolección. El ya estaba grande para ir con las mujeres y los más pequeños a buscar raíces y frutas con el bastón colector. El ya debía seguir viniendo a las expediciones de los hombres… sin darse cuenta, sus ideas se mezclaron con una suave música. De golpe tomó conciencia del sonido”. ¿Que podía ser?. Quieren saberlo… asistan este jueves a la biblioteca de la Casa de la Cultura de Cancún,
Ahí se lo contarán.
La autora de este cuento, Liliana Santirso, nacida en la Argentina y en la actualidad reside en México.
La Biblioteca de la Casa de la Cultura de Cancún, hace una atenta invitación a los peques y público en general, y en especial a niños, jóvenes y adultos invidentes para asistir a la hora del cuento dirigido a niños de 5 a 12 años de edad el jueves 28 de enero a las 5 de la tarde con el cuento “Cuanto el desierto canta”, libro del sistema braille, de la autoría de Liliana Santirso.
Como ya es costumbre, la bibliotecaria, señora Isabel Flota Medrano acompañada de Jerónima López Gómez nos adelanta que “esa tarde el grupo había abandonado la idea de seguir cazando. A veces así pasaba y lo conveniente era esperar al otro día. Pero no podían hacerlo sin agua. La búsqueda fue intensa y el resultado negativa. El desierto ocultaba celosamente sus pozos”.
“El frío de la noche comenzaba a enchinar la piel de los cazadores. Ur, con sus nueve años, era el más pequeño de la partida. Ese día no había sido muy bueno en cantidad de presas: sólo tres gacelas y una liebre peluda. Seguramente esa semana la comida iba a tener que complementarse con frutas que juntarán las mujeres”.
“Cuando el frío se estaba haciendo insoportable, el jefe de la expedición ordenó detenerse. En el desierto las noches son heladas y los días tórridos, pero como Ur había nacido allí, la situación le resultaba normal y previsible. Un calor repentino le dijo que el fuego nocturno ya estaba ardiendo como todas las noches en que la piel se quejaba del solo contacto con el aire. Era le momento del descanso”.
“Al día siguiente debería regresar al campamento. Sin provisión de agua era imposible seguir. Después de comer su trozo de carne y las nueces que su madre le había puesto en la mano antes de salir, Ur se acomodó lo mejor que pudo. Apoyó la cabeza en una piedra bastante redondeada, se arrebujó en su mantón y esperó la llegada del sueño”.
“Sin darse cuenta, dejaba deslizar entre los dedos la arena suave que le servía de cama. Soñaba despierto con la piel de esa liebre que había cazado su hermano mayor. Era tan peluda y se antojaba tan abrigada. La caza era mucho más emocionante que la recolección. El ya estaba grande para ir con las mujeres y los más pequeños a buscar raíces y frutas con el bastón colector. El ya debía seguir viniendo a las expediciones de los hombres… sin darse cuenta, sus ideas se mezclaron con una suave música. De golpe tomó conciencia del sonido”. ¿Que podía ser?. Quieren saberlo… asistan este jueves a la biblioteca de la Casa de la Cultura de Cancún,
Ahí se lo contarán.
La autora de este cuento, Liliana Santirso, nacida en la Argentina y en la actualidad reside en México.
Secretaría de Cultura / Casa de la Cultura de Cancún / Boletín de Prensa 28 enero de 2010
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