viernes, septiembre 14, 2012

Taller acerca de la vida y obra de José Alfredo Jiménez

Taller: Una piedra en el camino 
La Biblioteca de la Casa de la Cultura de Cancún convoca al Taller: Una piedra en el camino, dirigido a: adultos y adultos mayores. Horario: de 17:00 a 18:30 horas, fecha: 19,20 y 21 de septiembre.
El tema de este taller es la vida y obra de José Alfredo Jiménez, sobre todo de la huella que dejaron sus canciones en la sociedad de las décadas 1960 a 1980, cuyas letras reflejan el pensamiento popular que estaba en la atmósfera de esos años. No obstante murió muy joven, 47 años, en la plenitud de su vida y de su obra, legó un valioso aporte a la cultura popular en aspectos como el pensamiento y lenguaje de su tiempo.
Este taller, a 86 años de su nacimiento, es un homenaje y reconocimiento a uno de los compositores y cantantes mexicanos más reconocidos y vigentes, y recordado, sobre todo, por las generaciones que hoy son mayores, quienes crecieron, se enamoraron e incluso lloraron con sus canciones.
El taller es para escuchar temas de su autoría, para disfrutarlas, analizar el contenido de sus sentimientos y recordar lo que ocurría en la sociedad cuando fueron haciéndose populares, con gran aceptación por parte del público.
Sesión 1. Vida y milagros
Sesión 2. Filosofía popular
Sesión 3. De amores y desamores
Sesión 4. Los caballos de Jiménez
Sesión 5. Deja que salga la luna
En el año 1951 aparecieron sus canciones Yo, Ella y Cuatro caminos. El paso que dio la canción ranchera en ese momento fue definitivo. Se trataba de un autor dedicado exclusivamente al género ranchero, pero que era capaz de aportar rasgos muy personales a la canción de la que sólo quedaba un molde exterior transmitido de boca en boca y de guitarra en guitarra. Aunque tuviesen razón quienes afirmaban que José Alfredo Jiménez no modificó nada del género, habría que reconocer que aportó, además de un buen y armonioso sentido de la melodía, una fuerte carga emotiva que en ocasiones llegó a la expresión dolorosa y exageradamente patética.
Aquel muchacho de Dolores Hidalgo, surgido violentamente del anonimato al abandonar un trabajo como mesero y una fallida carrera futbolística, era algo más que la "nueva voz del emigrante rural" (Carlos Monsiváis). En sus comienzos, las canciones de José Alfredo fueron, antes que nada, una expresión sincera que se alejaba ostensiblemente de las expectativas de la canción comercial. A mucha distancia del feliz macho que todo lo puede, eterno habitante del "rancho alegre", José Alfredo se atrevió a ser excesivo, a decir que "sin ella de pena muero", a declarar su "triste agonía de estar tan caído y volver a caer, de tan perdido y volver a perder". Por primera vez no se trataba de la expresión vacía de personajes y acciones inverosímiles sino de la "carne y sangre de pasiones, despechos, rencores y abandonos tan reales como la vida misma".
El secreto de las canciones de José Alfredo Jiménez no es tan solo su fácil melodía, sino una sensibilidad urbana, cara a las clases medias y bajas, que se ha alejado definitivamente de la opereta ranchera. No es de extrañar su éxito que, por añadidura, aprovechó también a las casas disqueras.
Los años posteriores estuvieron llenos de sus canciones y de su estilo. A pesar de las decenas de imitadores, no hubo un solo compositor de ranchero de su misma importancia; aunque sus canciones fueron sometidas a las obligadas promociones publicitarias en todos los circuitos de difusión (radio, cine y discos), José Alfredo Jiménez conservó en todas ellas la espontaneidad de sus primeros éxitos.
Más de 400 canciones publicadas a lo largo de 22 años hablan de la prolífica invención del compositor que, ignorante de las reglas de la composición, tarareaba sus temas recién imaginados al arreglista Rubén Fuentes. Aunque la enumeración de las más relevantes canciones de cada año no da la medida de la importancia de su obra, recordemos que en 1952 publicó Corazón y Serenata sin luna y que 1953, año de la muerte de Jorge Negrete y Ernesto Cortázar, así como de la desaparición del estilo "limpio" de interpretación de la canción ranchera, marca también la aparición de El jinete y Paloma querida. En los siguientes años publicó Tú, La mentira, Llegando a ti, Tu enamorado y un sinfín de canciones que lo colocaron en el sitial más importante y prolífico de la canción ranchera en sus diferentes formas de canción amorosa, huapango lento, vals ranchero y corrido. El año 1958 marcó la aparición del cha cha chá; no obstante, José Alfredo siguió en la cima de la popularidad.
El atormentado compositor, ganador de cuatro Discos de Oro, cuyos temas representaban la seguridad de la fama para cientos de intérpretes de ranchero, significó mucho más que una moda. Las razones de la persistencia de sus canciones podrían colocarse más allá de la buena factura de la mayoría de ellas. ¿Expresó sin saberlo y con una sensibilidad el arrastrado y atormentado sentimentalismo de los mexicanos? ¿Elevó a máxima cancionera los pequeños vicios de sus compatriotas? ¿Representó exitosamente un gusto estético, una escala de valores y una sensibilidad que discurrían subterráneamente aun a despecho de Raphaeles, rocanroleros y Beatles?.
A la sombra de su fama inconmovible, surgieron o se afirmaron en el mercado toda una serie de intérpretes especializados: Andrés Huesca (quien grabó sus primeros discos), Flor Silvestre, Miguel Aceves Mejía, Las Hermanas Huerta, Lucha Villa, Lola Beltrán, María de Lourdes, Alicia Juárez y tantos otros.
Algunas de las canciones de José Alfredo están destinadas a permanecer indefinidamente en el repertorio de los viejos y nuevos intérpretes: Yo, Ella, Un mundo raro, Te solté la rienda, Amanecí en tus brazos y su última canción, El rey, podrían considerarse como verdaderas "clásicas".
Los esperamos no falten. Inscripciones abiertas. ¡Cupo Limitado!, ¡Gratis!
Secretaría de Cultura/Casa de la Cultura de Cancún/Boletín de Prensa 15 septiembre 2012/ casadelaculturadecancun@yahoo.com.mx

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