Con el cuento: ¡Bravo, Rosina!
La Biblioteca Pública de la Casa de la Cultura de Cancún, invita a participar en el Programa de Fomento a la Lectura, este sábado 10 de septiembre a las 10 de la mañana, con el círculo de lectura y el cuento "¡Bravo, Rosina!" de la autoría María José Thomas e ilustraciones de Claudio Muñoz, dirigido a niños de 6 a 12 años de edad.
Como ya es costumbre, la bibliotecaria, señora Isabel Flota Medrano acompañada de Jerónima López Gómez nos adelanta que: "Nunca olvidare el día en que mi abuelo regresó de su largo viaje. Una semana antes había llegado un telegrama que decía:
Capitán del Rossini anuncia llegaremos Valparaiso 8 septiembre (punto) Id todos a buscarme al Puerto (punto) Traigo sorpresa para Rosina (punto) abrazos como Eduardo.
De manera que el día 8 muy temprano, salimos en el coche rumbo a Valparaíso. El viaje era largo, pero el camino estaba hermoso con los primeros árboles florecidos: aromos amarillos, ciruelos rosados, almendros blancos. Yo asomaba la cabeza para respirar el olor dulce de las flores.
Llevábamos ya un par de horas en la carretera cuando llegamos a una cadena de cerros. Se veía el trazado del camino en la ladera curveando hacia arriba. El coche se quejaba mientras subíamos la empinada cuesta. Tosía y corcoveado y yo pensaba que se detendría en cualquier momento. Y así fue: nos detuvimos tres veces.
Una en la cumbre del cerro más alto para que se enfriara el motor, otra para comernos la comida que mi mamá había puesto en una cesta. Y una tercera vez porque tuve que ir la baño, pero por allí no había baños. Sólo un potrero de pastos con unas vacas que me miraban con sus ojos extraños mientras masticaban y batían la cola.
Finalmente después de una última curva, vimos el mar. La bahía estaba llena de barcos y yo trataba de adivinar cual de todos ellos sería el Rossini. Por unas calles estrechas y empinadas fuimos bajando hacia el mar. Las casas eran también estrechas y altas y estaban cubiertas de latón pintado de todos colores.
En el muelle había mucha gente esperando a los viajeros, pero yo fui la primera en divisar a mi abuelo. Tenía su boina a cuadros como siempre. Y era más alto que los demás.
_¡Qué grande estás, Rosina! ¡Y que linda! Dijo mi abuelo al abrazarnos.
De regreso en Santiago, abrimos los baúles. Venían ropas, telas, libros y una gran muñeca para mí. Pero lo más extraordinario fue otra cosa: una curiosa máquina de música llamada Victrola".
Asistan y compartan esta historia y descubran que sucede con Rosina. La entrada es gratis.
Secretaría de Cultura/Casa de la Cultura de Cancún/Boletín de Prensa 10 de septiembre de 2011/casadelaculturadecancun@yahoo.com.mx
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